martedì 20 ottobre 2015

Fronteras


El territorio que está delimitado por las fronteras conocidas es lo que en la cartografía de la conciencia se conoce como estados ordinarios de conciencia. En este espacio nos movemos desde una visión centrada en la dimensión física dependiendo la percepción de los 5 sentidos físicos.

Tanto nuestra percepción interna como la externa está limitada por las fronteras de materia, espacio y tiempo.

En las experiencias llamadas transpersonales u holotrópicas, (término acuñado por el Dr. Grof)  donde se encuentran las vivencias de vidas precedentes, estas limitaciones parecen trascenderse.

 La dimensión física no configura un límite y nuestras percepciones  las  atraviesan extendiéndose hacia otros espacios  y hacia otros tiempos.

Este abordaje terapéutico se basa en el concepto de karma y reencarnación: nuestra vida presente es parte de una continuidad que puede remontarse a muchas vidas previas y que probablemente se extenderá a muchas más.

Las experiencias de vidas pasadas demuestran que la conciencia individual puede continuarse de una vida a otra. El alma no muere, utiliza la personalidad y el cuerpo físico como instrumento para su desarrollo.

En este punto solo menciono que la imagen de linealidad no asume este significado en los niveles superiores del psiquismo. El tiempo, entendido como una sucesión de acontecimientos, no opera de este modo en otros niveles de la conciencia. Por lo tanto traspolar este formato solo nos lleva a error en la lectura de las experiencias transpersonales.

La reencarnación es parte del proceso de evolución de la conciencia; el renacimiento es una exigencia de la evolución que nos asegura la manera de aprender, por la experiencia, en un recorrido hacia el despertar espiritual.

Es una experiencia vital profundamente sanadora, es una forma de curación de las heridas del alma y como consecuencia de los vehículos inferiores que componen  la totalidad del Ser.

Considero que su valor más importante es que ofrece una experiencia personal y directa de la espiritualidad.  

Una invitación


En su sabiduría el inconsciente nos envía mensajes invitándonos a explorar sus contenidos. Entre ellos se encuentran las viejas memorias que reclaman su reconocimiento e integración.

Disponernos voluntariamente hacia su encuentro es una acción de conciencia que, más allá de  brindar la posibilidad de  atenuar el mecanismo de repetición de situaciones dolorosas  e  incomprendidas, responde al propósito del alma de comprometernos en la conquista de espacios internos que se encuentran fuera del área de lo conocido, de lo cotidiano, de lo ordinario.
En la aceptación de tal expansión se revela el paulatino ejercicio de fidelidad con el alma.

Resulta difícil aceptar aquello que no  puede percibirse  con los sentidos físicos y más aún aquello que excede  nuestra comprensión intelectual.

Es necesario el desarrollo de los sentidos sutiles que permitan una percepción más amplia, diferente, de la que nos muestra la visión ordinaria.

Todos los planos de realidad que no podamos  percibir están igualmente presentes.


Aprender  a movernos hacia nuevos territorios  del psiquismo  nos brinda la ocasión de experimentar  distintas formas de percibirnos y percibir el mundo.   Por ello el desafío que nos presenta la vida es el de acceder a la vivencia de otros niveles distintos del ordinario.

lunedì 12 ottobre 2015

El valor del dolor

El valor del dolor

 El dolor, el sufrimiento y cualquier otro tipo de malestar puede ser la consecuencia de la repetición de viejos modelos conocidos de comportamiento, originados en heridas del pasado, que necesitan ser revividas para ser su sanación.  

Responder con nuevas formas de conducta   es signo de salud y evolución  y esto proviene de haber alcanzado un nivel de comprensión sobre lo que originó la herida.

Una percepción renovada surge a partir de haber comprendido el pasaje por esa situación  y el hecho entonces se reviste de valor, sentido y significado.

Es útil la aclaración de que los tránsitos dolorosos tienen per sé un valor particular en cada situación de vida.

 Muchas veces es el modo que asume la conciencia como vía posible hacia la comprensión, otras puede configurar la preparación para futuras tareas que necesitaban de estas experiencias para acompañar compasivamente  a otras personas. 

Por ello no deben enjuiciarse estos pasajes dolorosos, aunque el camino siempre nos conduce   hacia la aceptación y  la entrega, y es en estos espacios sagrados cuando el dolor se desvanece.


Es fundamental tener en cuenta que el valor de una experiencia radica en la transformación de la reactividad por la creatividad, siendo ella  una función del psiquismo superior.