En su sabiduría el inconsciente nos envía mensajes
invitándonos a explorar sus contenidos. Entre ellos se encuentran las viejas memorias
que reclaman su reconocimiento e integración.
Disponernos voluntariamente hacia su encuentro es una acción
de conciencia que, más allá de brindar
la posibilidad de atenuar el mecanismo
de repetición de situaciones dolorosas
e incomprendidas, responde al
propósito del alma de comprometernos en la conquista de espacios internos que
se encuentran fuera del área de lo conocido, de lo cotidiano, de lo ordinario.
En la aceptación de tal expansión se revela el paulatino
ejercicio de fidelidad con el alma.
Resulta difícil aceptar aquello que no puede percibirse con los sentidos físicos y más aún aquello
que excede nuestra comprensión intelectual.
Es necesario el desarrollo de los sentidos sutiles que
permitan una percepción más amplia, diferente, de la que nos muestra la visión
ordinaria.
Todos los planos de realidad que no podamos percibir están igualmente presentes.
Aprender a movernos
hacia nuevos territorios del psiquismo nos brinda la ocasión de experimentar distintas formas de percibirnos y percibir el
mundo. Por ello el desafío que nos presenta la vida
es el de acceder a la vivencia de otros niveles distintos del ordinario.
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