El valor del dolor
El dolor, el
sufrimiento y cualquier otro tipo de malestar puede ser la consecuencia de la
repetición de viejos modelos conocidos de comportamiento, originados en heridas
del pasado, que necesitan ser revividas para ser su sanación.
Responder con nuevas formas de conducta es signo
de salud y evolución y esto proviene de
haber alcanzado un nivel de comprensión sobre lo que originó la herida.
Una percepción renovada surge a partir de haber comprendido
el pasaje por esa situación y el hecho
entonces se reviste de valor, sentido y significado.
Es útil la aclaración de que los tránsitos dolorosos tienen
per sé un valor particular en cada situación de vida.
Muchas veces es el
modo que asume la conciencia como vía posible hacia la comprensión, otras puede
configurar la preparación para futuras tareas que necesitaban de estas
experiencias para acompañar compasivamente
a otras personas.
Por ello no deben enjuiciarse estos pasajes dolorosos,
aunque el camino siempre nos conduce
hacia la aceptación y la entrega,
y es en estos espacios sagrados cuando el dolor se desvanece.
Es fundamental tener en cuenta que el valor de una
experiencia radica en la transformación de la reactividad por la creatividad,
siendo ella una función del psiquismo
superior.
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