Sobre la
Reencarnación Canalizado por Jane Roberts
Los individuos
Las existencias de las distintas reencarnaciones,
os permiten expandir vuestra conciencia, vuestras ideas, vuestras percepciones y
vuestros valores. Rompéis con las restricciones que habéis adoptado, y crecéis
espiritualmente en la medida en que aprendéis a liberaros de concepciones y
dogmas que os limitan. Sin embargo, vuestro ritmo de aprendizaje depende
enteramente de vosotros. Tener conceptos limitados, dogmáticos o rígidos sobre
el bien y el mal puede frenaros. Las ideas estrechas sobre la naturaleza de la
existencia pueden seguiros a través de varias vidas, si no elegís ser flexibles
espiritual y psíquicamente.
Estas ideas rígidas pueden actuar verdaderamente
como cadenas, que os forzarían a describir círculos como un cachorro atado a una
cuerda. En tales casos, y quizás a lo largo de una serie de existencias, os
podríais encontrar batallando contra los conceptos del bien y del mal y metidos
en un círculo de confusión, duda y ansiedad.
A vuestros amigos y conocidos les preocuparán los
mismos problemas, ya que atraéis a aquellos que tienen vuestras mismas
preocupaciones. Por lo tanto, os repito: muchos de vuestros conceptos del bien y
del mal están muy distorsionados y ensombrecen la comprensión que tenéis sobre
la naturaleza de la realidad. Si dais forma en vuestra mente a una culpa, ésta
se volverá real para vosotros, y tendréis que resolverla. Pero muchos de
vosotros creáis culpas para las que no existe una causa justificada, y os
cargáis a vosotros mismos con esas culpas sin motivo alguno. En vuestra
dimensión de actividad parece haber una terrible variedad de males. Permitidme
deciros que aquel que odia un mal se limita a crear otro. [...]
Si odiáis a otra persona, ese odio puede ataros a
ella durante tantas vidas como vosotros permitáis que el odio os consuma.
Vosotros atraéis, en esta existencia y en todas las otras, aquellas cualidades
en las que concentráis vuestra atención. Si os preocupáis intensamente por las
injusticias que creéis que os han hecho, atraeréis más ese tipo de experiencia;
y, si continuáis de esa manera, eso se reflejará en vuestra siguiente
existencia, si bien en el período entre vidas hay un «tiempo» para la
contemplación y la comprensión.
Aquellos que no aprovechen en esta vida las
ventajas de tales oportunidades, normalmente tampoco lo harán cuando ésta acabe.
La conciencia debe expandirse. Debe crear. Debe volverse del revés para hacerlo.
No existe nada a excepción de vosotros mismos que os pueda forzar a comprender
estas cuestiones o a hacerles frente. Por lo tanto es inútil decir: «Cuando
termine esta vida analizaré mis experiencias y corregiré mis acciones.» Eso
sería como si un hombre joven dijera: «Cuando sea viejo y me retire, usaré todas
las capacidades que estoy desarrollando ahora.» El escenario para vuestra
«próxima» vida lo preparáis ahora. Los pensamientos que pensáis hoy se
convertirán, de una manera u otra, en el tejido de vuestra próxima existencia.
No existen palabras mágicas capaces de convertiros en sabios, de llenaros de
comprensión y compasión, y de expandir vuestra conciencia.
Vuestros pensamientos y la experiencia cotidiana
contienen las respuestas. Cualquier éxito en esta vida, cualquier capacidad los
habéis desarrollado en las experiencias pasadas. Os corresponden por derecho.
Habéis trabajado para desarrollarlos. Si miráis a vuestro alrededor a vuestros
parientes, amigos, conocidos y compañeros de trabajo, también veréis qué tipo de
personas sois, pues estáis atraídos hacia ellos, como ellos lo están hacia
vosotros, a través de similitudes internas muy básicas.
Si examináis vuestros pensamientos durante cinco
minutos algunas veces al día, varias veces al mes, tendréis una impresión
correcta del tipo de vida que hasta ese momento os habéis preparado para la
próxima existencia. Si no estáis contentos con lo que descubrís, será mejor que
empecéis a cambiar la naturaleza de vuestros pensamientos y sentimientos... No
existe una ley que diga que en cada vida deberéis encontrar a aquellos que
habéis conocido antes; y, sin embargo, debido a la naturaleza de la atracción,
sucede así a menudo. [...]
Cuando tu mente consciente ordinaria y en vigilia
se adormece en el estado de sueño, viajas en otras dimensiones. Estás preparando
tu propio camino. Cuando mueres, vas por esos caminos que has preparado ya.
Existen varios periodos de adiestramiento que varían, de acuerdo con el
individuo.
Debes entender la naturaleza de la realidad,
antes le que puedas moverte bien dentro de ella. En la realidad física estás
aprendiendo que tus pensamientos poseen realidad y que tú creas la realidad que
conoces. Cuando abandonas esta dimensión, entonces te concentras en el
conocimiento que has ganado. Si todavía no comprendes que puedes crear tu propia
realidad, entonces regresas y de nuevo aprendes a manipular una y otra vez los
resultados de tu propia realidad interna, cuando la encuentras objetivizada. Te
enseñas a ti mismo la lección, hasta que por fin la has aprendido; luego
empiezas a aprender cómo manejar la conciencia que es tuya, correcta e
inteligentemente. Luego puedes formar imágenes para beneficio de otros y
conducirlos y guiarlos. Luego agrandas constantemente el alcance de tu
entendimiento.
Tú determinas el tiempo entre reencarnaciones. Si
estás muy cansado, entonces te tontas un descanso. Si eres sabio, tomas tiempo
para digerir tu conocimiento y planear tu siguiente vida, de la misma manera que
un escritor planea su próximo libro. Si tienes demasiadas ligas con esta
realidad o si eres demasiado impaciente o si no has aprendido lo suficiente,
entonces puedes regresar con demasiada rapidez. Siempre queda esto como decisión
del individuo. No existe la predestinación. Las respuestas se encuentran detrás
de ti mismo entonces, como están dentro de ti ahora.
Las Familias
Hay varias razones que os hacen nacer en vuestra
familia actual. Puede ser que después de la muerte os encontréis con una
relación emocional muy fuerte con una personalidad de una vida pasada. Por
ejemplo, si estáis casados y la relación con vuestro compañero no es verdadera,
podría suceder que encontrarais una esposa o un marido de otra vida esperando
por vosotros.
A menudo, los miembros de un grupo -militares,
eclesiásticos, grupos de cacería-, establecen relaciones de familia en otra vida
para resolver viejos problemas de una manera nueva. Las familias deben ser
consideradas como una Gestalt de actividad psíquica; poseen identidad subjetiva,
por más que ningún miembro particular del grupo sea consciente de ello.
Las familias tienen propósitos subconscientes
comunes, aun cuando sus miembros individuales estén persiguiendo esas metas sin
conocimiento consciente. Estos grupos se establecen con antelación, por así
decirlo, en los períodos entre existencias físicas. A veces, un grupo de cuatro
o cinco individuos se plantea un reto concreto y asigna a sus distintos miembros
los diferentes papeles de una obra y posteriormente desarrollan esos papeles en
una existencia física.
El ser interno es siempre consciente de los
mecanismos ocultos de estas Gestalts familiares. Aquellos que han estado
estrechamente vinculados por lazos emocionales prefieren permanecer unidos por
relaciones físicas más o menos estrechas que pueden continuar durante muchas
vidas. Sin embargo, siempre se recomienda establecer nuevas relaciones para
evitar formar en las reencarnaciones «familias» limitadas, de crecimiento
cerrado. Muchas de ellas forman organizaciones físicas que realmente son
manifestaciones de grupos internos.
He hablado anteriormente de lo que sucede cuando
se tienen conceptos rígidos sobre el bien y el mal. No hay más que una manera de
evitar este problema: sólo la verdadera compasión y el verdadero amor conducen
al entendimiento de la naturaleza del bien, y sólo estas cualidades sirven para
aniquilar los conceptos erróneos y distorsionados sobre el mal.
Simplemente, ocurre que, si creéis en el concepto
del mal, éste se hace realidad en vuestro sistema y siempre lo vais a encontrar
manifestado. Por consiguiente, esa creencia vuestra en él os parecerá sumamente
justificada. Si seguís acarreando estos conceptos a través de las sucesivas
generaciones, a través de las encarnaciones, entonces estáis ampliando su
realidad.
Permitidme intentar arrojar algo de luz sobre lo
que estoy intentando deciros. Ante todo, el amor siempre debe ir acompañado de
libertad. Si un hombre dice que os ama, pero niega vuestra libertad, normalmente
lo odiaréis. No obstante, sus palabras harán que no justifiquéis vuestra
emoción. Este tipo de enredo emocional puede conducir por sí mismo a otros
enredos continuos que duran varias vidas.
Si odiáis el mal, debéis tener cuidado con
vuestra concepción del término. El odio es restrictivo: estrecha el campo de
vuestra percepción. Es realmente un cristal oscuro que ensombrece la totalidad
de vuestra experiencia. Él hace que cada vez encontréis más y más cosas que
odiar, y que llevéis esos elementos odiados a vuestra propia experiencia.
Bien. Si, por ejemplo, odiáis a uno de vuestros
padres, os resultará relativamente fácil odiar a cualquier padre, porque en su
cara veréis y proyectaréis siempre al que os ofendió originalmente. En las vidas
siguientes podéis también veros empujados hacia una familia y encontraros
enredados en las mismas emociones, ya que el problema son las emociones en sí y
no los elementos que parecen provocarlas.
Si odiáis la enfermedad podéis atraer una vida
siguiente de enfermedades, pues es el odio el que las ha atraído hacia vosotros.
[...] Si vosotros expandís vuestro sentido del amor, o de la salud y de la
existencia, en esta vida y en otras estaréis atraídos hacia esas cualidades,
porque es en ello en lo que os concentráis. Una generación que odie la guerra no
traerá la paz. Una generación que ame la paz traerá la paz.
El morir con odio hacia una causa o una persona
es una gran desventaja. Ahora tenéis todo tipo de oportunidades para recrear
vuestra experiencia personal por caminos más benéficos, y para cambiar vuestro
mundo. En vuestra próxima vida vais a trabajar con esas aptitudes que son
vuestras ahora. Si ahora insistís en hacer crecer el odio en vuestro interior,
es muy probable que continuéis haciendo lo mismo. Por otro lado, esos chispazos
de verdad, intuición, amor, alegría, creatividad y realización conseguidos ahora
seguirán siendo vuestros más adelante al igual que lo son ahora. [...]
A lo largo de vuestra vida interpretáis a vuestra
propia manera la realidad que veis y eso tiene cierto efecto sobre vosotros y, a
su vez, sobre los demás. El hombre que odia prejuzga la naturaleza de la
realidad de acuerdo con su propia y limitada comprensión.
El odio
Bien, en este capítulo sobre la reencarnación
pongo énfasis en el tema del odio porque sus resultados pueden ser desastrosos.
Un hombre que odia siempre se justifica a sí mismo, ya que nunca odia algo que
reconozca como bueno. Por lo tanto, cree ser justo en su odio, pero el odio es
en sí mismo una afirmación muy fuerte que lo seguirá durante sus vidas
sucesivas, hasta que aprenda que el único destructor es el propio odio.
Me gustaría dejar claro que tampoco se gana nada
odiando al odio, pues se cae en la misma trampa. Lo que hace falta es confiar
plenamente en la naturaleza de la vitalidad, y tener fe en que todos los
elementos de la experiencia se utilizan para un bien mayor, aunque no podáis
percibir la manera en que el «mal» se transmuta en creatividad. Aquello que
amáis también formará parte de vuestra experiencia en esta vida y en otras.
El concepto más importante que debéis recordar es
que nadie os impone la experiencia de determinada vida, sino que ella se
conforma fielmente de acuerdo con vuestras emociones y creencias. El gran poder
de la energía del amor y la creatividad resulta evidente en el mero hecho de
vuestra existencia. Ésta es una verdad olvidada muy a menudo: que [la
combinación de] la conciencia y la existencia continúan y absorben aquellos
elementos que os parecen tan destructivos a vosotros.
El odio es poderoso si creéis en él; sin embargo,
aunque odiéis la vida, continuaréis existiendo. Cada uno de vosotros ha
concertado citas que habéis olvidado, citas que, por así decirlo, habéis
concertado antes de nacer en esta existencia. En muchos casos, los amigos que
hacéis eran vuestros íntimos mucho antes de que los encontrarais en esta vida
presente. Esto no quiere decir que todas vuestras amistades actuales hayan sido
conocidos vuestros, y ciertamente no implica un disco aburrido que se repite y
se repite, ya que cada encuentro es nuevo en sí mismo a su manera. Si recordáis
lo que dije sobre las familias, comprenderéis que también los pueblos y las
ciudades pueden estar compuestos por los habitantes pasados de esos mismos
pueblos y ciudades, transportados con experiencias e historiales nuevos con los
que el grupo intenta distintas experiencias.
Bien, a veces también hay
variaciones, como por ejemplo que los habitantes de cierta ciudad de Idaho
podrían ser los mismos habitantes renacidos que vivieron, digamos, en 1632 en
una pequeña aldea irlandesa.
Algunas personas que quisieron viajar del Viejo
al Nuevo Mundo podrían renacer en el Nuevo. Debéis recordar también que las
capacidades adquiridas en vuestras vidas pasadas están a vuestra disposición
para vuestro uso actual: cosecháis vuestros propios premios. A menudo se os da
información sobre esto durante el sueño, y también existe un tipo de sueño a
manera de Gestalt, un sueño raíz, a través del cual se comunican entre sí
aquellos que se conocieron en vidas pasadas.
En estos sueños se da información general
colectiva, que luego las personas pueden usar según su deseo. Se hacen planes
globales para el desarrollo, y los miembros de un grupo -digamos, de una ciudad-
toman decisiones sobre su destino. Algunos individuos siempre escogen nacer
formando parte de algún grupo -es decir, renacen con contemporáneos del pasado-,
mientras que otros desdeñan tales esfuerzos y vuelven en posiciones mucho más
solitarias.
Esta es una cuestión de sentimientos
psicológicos. Ciertos individuos se encuentran más cómodos, más seguros y más
capaces trabajando en compañía. Podríamos considerar la analogía de una persona
que llega a la universidad con su clase del jardín de infancia. En sus
reencarnaciones, esta persona siempre escogería volver con sus compañeros.
Otros, en cambio, saltarían de escuela en escuela y aparecerían solos —hablando
relativamente— con una libertad y un reto mayores, pero sin el reconfortante
marco de seguridad que escogen los anteriores.
En todos los casos el individuo es el juez, no
sólo de cada vida sucesiva, de su tiempo, su entorno y la fecha histórica, sino
también de su carácter superior y los métodos para lograrlo. Por consiguiente,
hay tantas maneras distintas de reencarnarse como seres internos, y cada ser
interno escogerá sus propios métodos característicos.
Las civilizaciones
En cierta manera podría decirse que las
civilizaciones se reencarnan al igual que se reencarnan los individuos. Cada
entidad que se encarna trabaja en pro del desarrollo de aquellas capacidades que
se nutren del entorno físico y se realizan plenamente en él. La entidad tiene
una responsabilidad para con la civilización en la que tiene cada una de sus
existencias, ya que ayuda a conformarla a través de sus pensamientos, emociones
y acciones.
Aprende de sus fallos al igual que lo hace
de sus éxitos. Vosotros creéis que la historia física comenzó con el hombre de
las cavernas y ha continuado hasta el presente, pero también han existido otras
grandes civilizaciones científicas; de algunas de ellas se habla en las leyendas
y otras os son completamente desconocidas; pero todas, hablando en vuestros
términos, ya se han desvanecido.
Quizás os parece que como especie sólo
tenéis una oportunidad para resolver vuestros problemas, y que en caso contrario
seréis destruidos por vuestra propia agresividad, por vuestra propia falta de
comprensión y de espiritualidad. Igual que se os dan varias vidas para
desarrollaros y completar vuestras capacidades, de la misma manera las especies
han sido dotadas con algo más que la única línea de desarrollo espiritual que
conocéis en la actualidad. La estructura de la reencarnación sólo es una faceta
más de la totalidad del cuadro de posibilidades. En ella tenéis literalmente
todo el tiempo necesario para desarrollar aquellos potenciales que necesitáis
desarrollar antes de dejar el ciclo de reencarnaciones. Hay grupos de personas
que, a lo largo de las reencarnaciones, se han encontrado con crisis tras
crisis, han llegado a vuestro mismo punto de desarrollo físico, y entonces o
bien han llegado más allá, o bien han destruido su propia
civilización.
En este caso se les dio otra oportunidad,
así como el conocimiento inconsciente no sólo de su fallo, sino de las razones
que lo provocaron. Empezaron, pues, con una gran ventaja psicológica cuando
formaron nuevos grupos primitivos. Otros, que solucionaron los problemas,
dejaron vuestro planeta físico y se dirigieron a otros puntos del universo
físico. Cuando alcanzaron ese nivel de desarrollo ya estaban maduros espiritual
y físicamente, y fueron capaces de utilizar unas energías de las que vosotros no
tenéis conocimiento práctico.
Para ellos la Tierra es ahora un hogar
legendario. Formaron nuevas razas y nuevas especies que ya no podían acomodarse
físicamente a vuestras condiciones atmosféricas. Aun así, también continuaron en
el ciclo de reencarnaciones mientras habitaban la realidad física, aunque
algunos de ellos han mutado y hace tiempo que han dejado tal ciclo.
Los que lo han dejado han evolucionado y se
han convertido en las entidades mentales que siempre fueron, han abandonado la
forma material. Este grupo de entidades sigue teniendo mucho interés en la
Tierra, y le brindan apoyo y energía. En cierta manera, ahora se los podría
considerar como dioses de la tierra. [...]
Lo primero de todo es que, como raza, vosotros os
habéis considerado separados del resto de la naturaleza y de la conciencia.
Vuestra propia supervivencia como especie ha sido
vuestra principal inquietud. Sólo considerabais a las otras especies a la luz
del uso que pudierais darles. No habéis tenido ninguna concepción verdadera de
lo sagrada que es toda conciencia, ni de vuestra relación con ella. Estabais
perdiendo el control de esa enorme verdad.
En las circunstancias presentes continuáis
manteniendo la idea de la supervivencia racial sin tener en cuenta sus
consecuencias, la idea de cambiar el entorno para adaptarlo a vuestros
propósitos; y eso os ha llevado a descuidar las verdades espirituales.
Por consiguiente, ahora estáis viendo los
resultados en la realidad física. Bien, esas personalidades que están volviendo
lo hacen por varias razones. Algunos de ellos se ven arrastrados de nuevo a la
vida física debido a sus actitudes. Son aquellos que, en el pasado -hablando en
vuestros términos-, deseaban fervientemente la existencia física sin considerar
los derechos de las otras especies. Son sus propios deseos los que los conducen
de vuelta.
La raza debe aprender el valor del hombre individual. También está
aprendiendo su dependencia de las otras especies, y empieza a comprender su
posición en el marco total de la realidad física.
Bien. Ciertos individuos renacen en este tiempo,
simplemente para ayudaros a comprender. Están forzando el problema y están
forzando la crisis, pues aún tenéis tiempo para cambiar de actitud. Estáis
trabajando en dos problemas principales, pero ambos conciernen a lo sagrado del
individuo, y la relación del individuo con los demás y con toda conciencia
orientada físicamente.
El problema de la guerra os va a enseñar antes o
después que, cuando matáis a otro hombre, básicamente acabáis matándoos a
vosotros mismos. El problema de la superpoblación os enseñará que, si no os
preocupáis con cariño por el entorno en el que vivís, a la larga éste no podrá
manteneros, ya que no seréis dignos de él. No vais a destruir el planeta. No
vais a destruir los pájaros y las flores, o los cereales y los animales.
Vosotros no seréis dignos de ellos y ellos, os destruirán a vosotros.
Habéis creado el problema para con vosotros
mismos dentro de vuestro marco de referencia. No entenderéis cuál es vuestra
parte dentro del marco de la naturaleza hasta que realmente os veáis a vosotros
mismos en peligro de destrozarla. No podéis destruir la conciencia. Ni tan
siquiera podéis anular la conciencia de una simple hoja; pero, en vuestro
contexto, si no se solucionan los problemas, ellos se desvanecerán de vuestra
experiencia.
Sin embargo, la crisis es un tipo de terapia. Es
un método de enseñanza que habéis creado para vosotros, porque lo necesitabais.
Y lo necesitáis ahora, antes de que vuestra raza se embarque en viajes a otras
realidades físicas. Debéis aprender ahora las lecciones en vuestro patio
trasero, antes de poder viajar a otros mundos. Así que habéis traído esto sobre
vosotros con ese propósito y vais a aprender.
Extractado de los primeros capítulos de Habla
Seth II, Jane Roberts, Ed. Luciérnaga, España, 1988.
La
Puerta de Seth ( de la web)